Revolución y Primer Imperio
El Primer Imperio de Francia es el que comúnmente se le conoce como el Imperio Napoleónico, el cual cubre el período desde la coronación de su emperador Napoleón Bonaparte hasta su abdicación, en 1815.
Este término se refiere oficialmente, al período que comprende entre el fin del Consulado hasta la Restauración de la monarquía borbónica, aunque después vivió un epílogo entre el periodo de los Cien Días (1 de marzo de 1815), la abdicación final de Napoleón, el 22 de junio de 1815, y la entrada de Luis XVIII en París, conllevando esto la salida el 7 de julio del emperador Napoleón II y su Comisión de Gobierno. Los conflictos que el imperio tuvo con Gran Bretaña, Prusia, Rusia, y varios países más son conocidos como Guerras Napoleónicas o guerras de coalición.
Napoleón duró quince años en el poder, y durante ese tiempo logró hacerse uno de los mayores mitos de la historia, habiendo sido un admirador del general romano Julio César, contando con el gran deseo de querer transformar a Francia en la mayor potencia mundial, por lo que utilizó todos sus medios y de esta forma lograr su objetivo, arrastrando la mayor parte de Europa hacia una guerra, y en 1810 ya controlaba casi toda la parte occidental del continente europeo, en donde solo faltaba Gran Bretaña.
A causa de sus conquistas, Napoleón logró extinguir a varios gobiernos absolutistas y las ideas de la Revolución Francesa se diseminaron por Europa. En el plano interno consiguió restablecer la estabilidad política de Francia creando una infraestructura capaz de impulsar los negocios de la burguesía francesa, por lo que fue considerado por muchos uno de los mejores estrategas de la historia universal.
El inicio de la Revolución Francesa fue marcada por la secesión del Tercer Estado en los Estados Generales de 1789 y la creación de la Asamblea Constituyente, cuyo hito simbólico fue la toma de la Bastilla. Dicho proceso social, económico y político se llevó a cabo entre 1789 y 1799, y sus principales consecuencias fueron la abolición de la monarquía y la proclamación de la Primera República Francesa, eliminando las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen en Francia.
Aparte de sus proezas militares, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico, un código civil que permanecería vigente hasta la segunda mitad del siglo XX y serviría de modelo a otros países, como España. Se le conoce también por su talento para hacerse rodear de brillantes expertos con un elevado sentido del Estado, que supieron crear el marco jurídico y administrativo de la Francia contemporánea. Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas, y uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos.
Inicio del Primer Imperio
En el plano externo, Napoleón Bonaparte consiguió restablecer la paz a través de las victorias militares y por medio de negociaciones diplomáticas, con lo que neutralizó a los adversarios de Francia. En este ámbito, uno de los aspectos más destacados del gobierno fue el acuerdo de paz firmado en el 1802 con Inglaterra, que ponía fin a años de conflicto, lo que aumentaría más su prestigio. En 1804, Napoleón Bonaparte, que dos años antes se había convertido en cónsul vitalicio, fue autorizado, por medio de un plebiscito, a asumir el título de Emperador de los Franceses, habiendo dictado las siguientes reformas principales.
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