Francia en el contexto internacional
Toda la historia de Francia, al igual que la construcción de su sólido modelo económico después de la Segunda Guerra Mundial, le han dado un estatus político muy relevante en la mayor parte de las organizaciones internacionales, y de hecho haciendo a un lado los indicadores macroeconómicos como el PIB o la renta per cápita, este país sobresale en indicadores sociales como el porcentaje de carreteras pavimentadas o el ratio de usuarios de Internet, cuyo incremento en los últimos años (372,8% desde el año 2000) ha sido superior al de algunos países adyacentes.
De acuerdo a lo establecido por el Banco Mundial, Francia cuenta con un 53% de terreno dedicado a la agricultura, siendo también uno de los países que más han reducido las emisiones de CO2 per cápita en las últimas décadas, para lo cual se ha apoyado en parte en la proliferación de Centrales de Energía Nuclear.
Según datos de CIA World Factbook, la esperanza de vida media de los franceses es de 80,98 años y de ellos 64 años son con buena salud (noveno país en el ranking europeo, según Eurostat). El número de camas en hospitales, un indicador importante para medir el ámbito global sanitario, es de 718,3 unidades por cada 100 000 habitantes (el único país europeo de gran tamaño que lo supera es Alemania). Además, según el Foro Económico Mundial, Francia es el decimoquinto país del mundo en el Índice de Competitividad Global.
En Mayo del año 68 fue el crisol en el que se fundieron todos los síntomas del malestar que arrastraba la sociedad francesa. De una parte, la nueva conciencia social de determinados sectores de las clases medias que fueron atraídas por las tesis tercermundistas desde el conflicto de Argelia (1954-1962), y que habían encontrado su proyección en la guerra de Vietnam. Por otra, el creciente distanciamiento de amplios sectores de la sociedad francesa, respecto del régimen paternalista, y con fuertes ribetes autoritarios del general Charles De Gaulle. Pero al mismo tiempo el alejamiento respecto de la izquierda tradicional, representada fundamentalmente por el Partido Comunista Francés, que se mostraba anclado en una posición acomodaticia dentro del orden social establecido después de la Segunda Guerra Mundial.
Es en ese año que el movimiento francés encuentra su precedente histórico en la Comuna de París (1871). La conquista efímera de los obreros franceses dejó sentados los principios autogestionarios (sujeción a la decisión de consejos y asambleas) que habrían de servir de base a la organización estudiantil un siglo más tarde.
La movilización que despertó en Francia a raíz de la guerra de Argelia, sensibilizó fuertemente a la sociedad; y dejó el terreno fértil para el surgimiento de una Nueva Izquierda (Nouvelle Gauche).
Se considera que el movimiento de mayo del 68 fracasó como revolución en virtud de que no se produjo la sustitución radical del viejo orden político. Pero transformó a la sociedad francesa, cambió pautas de comportamiento, introdujo nuevos valores, reconoció los derechos de la mujer, la liberalización de las costumbres, la democratización de las relaciones sociales y generacionales, incluyendo la disminución del autoritarismo en la enseñanza.
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